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Cómo me cambió la fotografía de bodas: de hobby a vocación

  • Foto del escritor: Brian Ibarburu
    Brian Ibarburu
  • 20 jun
  • 3 Min. de lectura
Ibarburu Fotografia bodas

Hay decisiones que se toman sin pensarlo demasiado… y cambian tu vida. La mía empezó con una cámara compacta y terminó (por ahora) en cientos de bodas contadas desde adentro. Pero no fue de un día para el otro.



Mi primer acercamiento a la fotografía


Desde chico me llamaban la atención las cámaras. Veía a mi tía sacar fotos en cada reunión familiar, o a mi tío con esas videograbadoras gigantes que iban al hombro, y me parecía un universo fascinante. Cuando tuve 15 o 16 años me compré mi primera cámara digital, una BenQ compacta. Después vino la Canon SX50 HS, y ya ahí empecé a jugar con los modos manuales. El salto grande llegó con la Nikon D3200, y con ella hice mi primer evento profesional: un cumpleaños de 15. Y ahí, sin saberlo, empezó todo.



El click fue social


Ese cumpleaños cambió mi forma de ver la fotografía. No solo por lo que logré hacer sin estar 100% preparado, sino por lo que me generó estar ahí: me di cuenta que esto me gustaba de verdad. Que quería seguir haciendo fotos de personas, de momentos, de cosas reales. Empecé a cubrir más cumpleaños, sesiones, y alguna que otra boda pequeña. Y así pasaron ya más de 10 años de trabajo continuo.



¿Y cómo llegué a la fotografía de bodas?


Las primeras bodas las hice en Tacuarembó. Pero fue recién después de vivir un tiempo en España y volver a Uruguay que empecé a tomármelo más en serio. Me mudé a Montevideo, estudié Community Manager en BIOS, y empecé a ofrecer mis servicios como fotógrafo. Justo cayó la pandemia, y al principio fue todo muy tranquilo. Pero a partir de la segunda mitad de 2020 explotaron los civiles, las bodas íntimas, los eventos al aire libre. Y yo estaba ahí. Me encantaban.


Desde entonces me especialicé de lleno en fotografía de bodas, formándome con fotógrafos como Juyá Gentil, Mateo Boffano, Fer Juaristi, Víctor Lax, Maxi Oviedo… y siempre buscando seguir creciendo. Porque no es un tipo de fotografía sencillo: necesitás saber de retrato, de producto, de documentalismo, de composición, de luz. Y todo eso en un solo día.



¿Por qué las bodas?


Por todo. Por la emoción, por el vínculo con las parejas, por las historias que se cruzan. Me gusta lo social, lo humano. Y las bodas son un campo de emociones enorme. Lo que antes era algo muy tradicional, hoy puede ser artístico, documental, o ambas cosas a la vez. Cada pareja es distinta, cada historia también. Y poder contarla con imágenes me parece un privilegio. De hecho, más de una vez me he emocionado tanto que termino con un nudo en la garganta mientras disparo.



Lo que me transformó


Las bodas no solo me hicieron mejor fotógrafo: también me cambiaron como persona. Antes era más tímido, más cerrado. Hoy puedo guiar, acompañar, calmar nervios, conectar. Creo que parte de eso viene de estar tan presente en los momentos importantes de otras personas. Es inevitable que eso también te transforme a vos.



¿Y hoy? ¿Dónde estoy parado?


Hoy siento que encontré mi lugar. Hago algo que me gusta, que me desafía, y que me hace crecer todo el tiempo. Soy fotógrafo de bodas, pero también soy alguien que quiere contar historias reales. Y si una de esas puede ser la tuya, me encantaría que me escribas.

 
 
 

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